JAIPUR, Rajastán
Jaipur es la capital rajastaní, conocida desde el punto de vista turístico, como “la ciudad Rosa”, pues la parte antigua de la ciudad está construida con piedra rojiza que con el paso del tiempo se ha tornado rosa. Si intentas imaginar la India, ésta ciudad es, en mi opinión una de las más características: ciclorickshaws tirados por hombres flacos, vacas, monos, cabras, montañas de basura (en la India no existe un sistema de recogida de basura), gente que insiste muchísimo en que compres algo, tenderetes, sadhus y encantadores de serpientes.
Uno de ellos me hizo señas para que me acercase a él y a su mascota cobra; me puso un turbante, me dio una flauta y a tocar. La cobra no hacía mucho caso pero de vez en cuando hacia un movimiento brusco hacia delante que asustaba.
Como sólo teníamos un día para visitarla le pedimos a un conductor de rickshaw que nos hiciera de guía. El hombre era muy simpático y tenía aspecto de topo cantante de soul. Alto, regordete, con gafas de sol de cristales redondos; parecía que se iba a poner a cantar en cualquier momento.
Fuimos al Palacio de los Vientos, una construcción de cinco plantas con 953 pequeñas ventanas, cuya función era la de permitir a las mujeres reales observar la vida cotidiana de las calles de la ciudad sin ser vistas.
Aquí tuvimos un incidente con un mono. El mico andaba en la parte más alta del edificio mirando hacia la calle. Andrés le tiró una pequeña piedra y el mono se dio la vuelta por unos segundos. Guillermo le enfocaba con su cámara réflex. Andrés le volvió a lanzar otra piedrecita justo en el momento en el que Guillermo estaba disparando. Como es analógica, cuando se dispara pasan unos segundos en el que sólo se ve negro y el mono estaba saltando hacia nosotros. Me puse a correr y me escondí tras una columna, en donde me di un golpetazo en la cabeza. Guillermo huyó pero hizo sin proponérselo, una foto movida de un mono al ataque. Con los monos no se juega.
Los monos se lo pasaban bien, tenían su piscina a la que se tiraban desde los tejados, nadaban e intentaban quitarme los cacahuetes. Más adelante había otra piscina con muchos hombres haciendo el mono.
Se veía que habían bebido, y uno de ellos, le plantó un efusivo beso a Andrés. Quién sabe, igual era una fiesta gay. En la India hay una situación un tanto ambigua con la homosexualidad. Está prohibida, pero es común ver a dos amigos de la mano por la calle; por lo que descubrir a una pareja no debe ser fácil. Del mismo modo que los indios no practican sexo hasta el matrimonio, y “fuentes fidedignas” me comentaron que suelen practicar antes con sus amigos.
Al fondo del recinto habían montado cámaras y focos y una actriz estudiaba un guión en voz alta. Era un escenario de película de aventuras, en el que la doncella ha sido secuestrada por una comunidad de monos parlantes y un apuesto explorador combate con ellos hasta rescatarla.
Not bad