Abandonamos con sonrisas exhaustas a George, que se volvía de inmediato para Skopje (espero que fuera más rápido que la ida) y entramos en el casco antiguo del pequeño pueblo de Kotor por una de las tres puertas que posee la muralla. La Vrata od Mora o simplemente Puerta del Mar, sobre la que se puede leer una inscripción latina que dice más o menos » No queremos lo que pertenece a otros, pero lo nuestro no lo rendiremos nunca.”