“Si a un guarda se le cae una moneda en el campo, la huele el jabalí, la ve el ciervo y la escucha el muflón.” Durante nuestro paseo por el Parque Natural de Cazorla pudimos observar estos animales en su hábitat; además de ardillas, truchas, buitres y hasta un jabalí cuando el sol comenzaba a ponerse (son animales nocturnos). Estoy acostumbrada a que cuando visito una zona natural me expliquen que existen ciertas especies animales sin más expectativas que encontrármelos en pintura en los paneles explicativos… o como mucho me he podido topar con un zorro o una cría de serpiente.

Dejamos atrás los rascacielos de Rotterdam y en 39 minutos en tren llegamos a la encantadora Utrecht. Saliendo de la estación, lo primero que nos encontramos fue el gigantesco Hoog Catharijne, el centro comercial más grande de Holanda. Para ser lo primero que el viajero se encuentra al llegar a Utrecht, dista bastante de representar la esencia de ésta, una de las ciudades más antiguas de Holanda, cuya historia se remonta a la época romana. Pero su población es muy joven. La Universidad de Utrecht es la más grande en los Países Bajos, teniendo a más de 70.000 estudiantes matriculados.

Creo que toda persona a la que le gusta viajar siempre tiene dentro de su cabeza puntos de la geografía, de la cultura o de la historia global, que le provocan ensoñaciones especiales. Sitios en los que no has puesto aún tus pies, pero que te despiertan una curiosidad insaciable. Ese tipo de voracidad que te quema y que no se calla viendo fotos en Internet, libros, o artículos escritos por otras personas. Ese tipo de deseo que te susurra en tu cabecita “ahí debes ir” cuando oyes hablar sobre ello. El Cabo Norte. Davvenjárga, en la lengua original Sami. El punto más septentrional de la Europa continental. El enclave donde puedes disfrutar del sol de medianoche, donde, en época estival, el astro rey nunca se pone. Nordkapp era para mí, uno de esos sitios.

Hace unas semanas recibí una invitación de Turismo de Holanda para participar en un blogtrip por Rotterdam, Utrecht y Ámsterdam. Además en esta edición seríamos bloggers españoles e italianos a partes iguales los que disfrutaríamos de este viaje. Acepté encantada porque lo único que conozco de Holanda es su capital y algunos pueblos fotogénicos de sus alrededores. Pero Holanda es más que Ámsterdam y nuestra primera parada: la ciudad de Rotterdam, en donde se encuentra el tercer puerto marítimo más grande del mundo (tras el de Shangai y el de Singapur) nos dejó bien claro este hecho.

“Bienvenido a la República independiente de Ragusa”, leerás. Y pensarás – “¿Pero yo no había venido a Croacia a ver Dubrovnik?” Y también estarás en lo cierto. Este curioso cartel se puede leer si entras por tierra o aire (nunca he llegado en barco) al condado de Dubrovnik-Neretva, la provincia croata donde se asienta la autodenominada “La perla del Adriático”. No entraré en muchos más detalles históricos salvo para decir que Ragusa casi nunca hizo honor su propio lema, que reza “La libertad no se vende ni por todo el oro del mundo” pues durante muchas décadas, debió pagar un fuerte tributo en forma de ducados del preciado metal al imperio otomano para poder conservar su independencia.

Seguimos nuestra ruta por Marruecos en transporte público y cambiamos la bonita Chauen por la caótica Fez en donde pasaríamos tres días. Bajamos de nuestro autobús y nos encontramos con una ciudad diferente a lo que habíamos estado viendo en Marruecos, como si hubiéramos viajado en una máquina del tiempo directos a la Edad Media. Tomamos un taxi hacia la medina sin saber aún dónde íbamos a dormir, pensando que se sería sencillo encontrar un hostal barato. En realidad habíamos reservado un hotel en la parte moderna de la ciudad pero sin quererlo habíamos llegado un día antes de lo previsto a la ciudad. No es raro en mí, confundirme en cuanto a las fechas en los viajes…

Hace unos meses «desvirtualicé» a Adrián y Gosia de Molaviajar cuando vinieron de visita a Madrid. Mientras cenábamos me comentaron que iban a hacer un largo viaje alrededor del mundo y cuando me dijeron que pasarían por la India los ofrecí una experiencia que se salía de los circuitos habituales y les encantó la idea: conocer a los ñinos del Internado de Ankleshwar y a su fundador, el padre Joaquín. Aquí pudimos aprender todo lo que hacen los misioneros que están desperdigados por el mundo dedicando toda su vida a mejorar la vida de las personas en un área determinado de lo que llamamos Tercer Mundo.

En estos momentos estoy en la sala de estar de mi casa escuchando los martillazos y el tracatrá de las taladradores de las obras que tengo enfrente. Por el patio, un sinfín de ruidos de mis vecinos, música caribeña, platos, niños gritando… Pero me tengo que abstraer al fin de semana pasado para poder narrarlo. En Sigüenza pude por fin recordar lo que es un deleite para los sentidos, la ausencia de ruidos sobrantes, el silencio. Anteriormente también disfruté de este placer en los Pueblos Negros de la misma provincia de la que hablamos, de Guadalajara.

Cosas pequeñas que han completado mi mochila (o las he echado en falta)
uando viajo con sólo una mochila a cuestas tengo que pensar qué es lo esencial para el viaje y últimamente lo hago basándome en mis anteriores experiencias. Cosas que antes no me llevaba a cuestas ahora sí que las meto en el equipaje y viceversa, por eso os voy a contar qué elementos han completado sustancialmente mi mochila y cuáles he echado de menos y por tanto las llevaré conmigo en mi próximo “viaje gordo” que llevaré a cabo por Venezuela, Colombia y Perú.
Cosas pequeñas que completan mi mochila: tapones de oido, antifaz, abanico, cortauñas, gafas de repuesto, cojin de cuello hinchable
Cosas que he echado en falta en mi mochila: navaja, tobillera, tiritas, ladron

Debemos estar a tres o cuatro de enero de 2008. La temperatura en el exterior es bastante fría y el Cierzo hace todo lo posible por impedir dar un paseo por las calles de Zaragoza. Recogidos en la cálida atmosfera del Black Horse, justo debajo de nuestras oficinas en la capital maña y, cervezas en mano, la conversación con mi amiga Isabel gira en torno a temas triviales… esas cosas de las que se hablan cuando uno no sabe muy bien de que hablar. Una mano se posa en mi hombro y al darme la vuelta, veo a mi jefe que me esta mirando. Los ojos le brillan. Le pasa algo.