Finlandia

ISLA SUOMENLINNA, Finlandia

Al considerarse la isla de Suomenlinna parte de la ciudad de Helsinki, se puede viajar hasta ella tomando un ferry habitual (unos 4€ ida y vuelta). Durante la escasa media hora que dura el trayecto, se pueden ver otras islas más pequeñas con enigmáticas casas solitarias, así como unas vistas de la bahía de Helsinki. La plaza en donde se encuentra un mercado sami y tenderetes de souvenirs.
Suomenlinna es un grupo de islas unidas por puentes, muy importante para los finlandeses. Aquí se forjó parte de la historia de Helsinki: en 1748 los suecos construyeron esta fortaleza incluida en el Patrimonio Mundial de la Humanidad para defenderse de los rusos, aunque a éstos poco les obstaculizó la fortaleza para vencerles. Como curiosidad, antes se llamaba Viapori (fortaleza sueca) y actualmente su nombre es Suomenlinna (fortaleza finlandesa), desde que Finlandia se independizó de Rusia.
El lugar está lleno de túneles, con paredes de piedra de un gran grosor y pequeñas ventanas, todas las islas están amuralladas para evitar qué los ejércitos enemigos pudieran situarse en alguna otra isla y atacar desde ahí. Los cañones apuntan en todas las direcciones y se puede ver que no escatimaron en su tamaño. Cada cañón cuenta con su propia armería que son las casas estilo Hobbit que ven en la foto, hoy en día se puede hacer de todo ahí hacer un picnic, nadar en la playa o simplemente echarse una siesta en los jardines.
Es un barrio sin pavimentar y con casas estilo nórdico, rodeado por agua.
Cerca del puente que une las dos islas principales, Iso Mustasaari y Susisaari está el centro de visitantes de la Cámara del Inventario, donde facilitan información turística y planos, y organizan visitas guiadas a pie en verano. El mismo edificio alberga el Museo de Suomenlinna, donde se explica la historia de la isla.

Pues bien, hacía diez minutos que había llegado a la isla, la estaba recorriendo despacito, manteniendo una conversación interna, propia de cuando una lleva sola bastante rato. ¿Por qué no sabemos mantenernos «callados»?
Pero una voz me interrumpió:
– Perdona, ¿podrías sacarme una foto? -me preguntó una chica de mi edad, que llevaba un camarón profesional colgando del cuello.
-¡Vale!
A partir de ahí nos recorrimos juntas la isla pues teníamos varias casualidades en común:
-Las dos estábamos viajando solas.
-Las dos nos estábamos alojando vía couchsurfing.
-A las dos nos alojaba un helskinense llamado Markus.
-Nuestro futuro se encuentra entre el signo de interrogación y los puntos suspensivos.

La diferencia es que ella era húngara y le apasionaba Finlandia, por eso estaba estudiando finés, un idioma difícil (como el húngaro) que sólo lo hablan 5 millones de personas. Dice que su padre le había aconsejado que aprendiera español, que es más útil, pero que claro; si quería quedarse a vivir en Finlandia, tenía que aprender el idioma.
Razón no les falta a ninguno de los dos.

Muchos turistas llegaron a la isla ese día con el fin de sacar unas fotos, dar un agradable paseo y volver a Helsinki. Nadie haría nuevas relaciones.
En realidad nosotras tampoco. Estuvimos manteniendo conversaciones tan agradables como banales, pero no nos dimos email, facebook ni ningún sistema de contacto.
En cambio, nos hicimos una foto la una a la otra para acordarnos de que las casualidades existen, de que siempre hay gente en una situación parecida a la nuestra, caminando por la misma isla.

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