Cuba, un viaje por libre

Escrito por Inés
10 de mayo de 2018 2 comentarios

Trinidad, una tranquila ciudad colonial de Cuba

Cuba, un viaje al pasado

Mi experiencia de viaje en Cuba (Enrique, de Viajar Sin Rumbo)

Cuba es una isla bañada tanto por el Océano Atlántico como por el Mar Caribe que ha quedado parada en el tiempo durante los años, conservando toda su esencia y originalidad. Muy próspera en el pasado pero empobrecida con el paso del tiempo.
El padre de mi abuelo emigró a Cuba para trabajar en un astillero fabricando barcos. Tan bien habló de aquella isla tropical, que sentí un gran deseo de visitarla algún día. Mi primo Bosco y yo siempre hacemos un viaje juntos cada uno o dos años pues somos uña y carne y esta vez, decidimos ir a Cuba. Es un destino muy auténtico, si algún día decides visitarlo, te recomiendo que leas esta guía de Cuba que es más general y ésta otra para saber qué hacer en la Habana.

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La Habana, de rentas y dispensadas

Cuando llegamos a la Habana, fuimos directamente a la «renta»(Casa de alquiler) a dejar todo y seguidamente a la calle San Lázaro a tomar un trozo de pizza en un puesto callejero. Debido al JetLag todavía estábamos un poco aturdidos. Un gran número de turistas y locales se aglomeraban enfrente de aquel chiringuito, todos conversaban mientras tomaban pizza y unas cervezas. Un par de chicos cubanos jóvenes se acercaron a nosotros, por cómo nos abordaron imaginábamos que querrían aprovecharse de nosotros. Se ofrecieron a invitarnos a cerveza lo cual rechazamos y durante la hora que estuvimos allí no se alejaron ni tres metros de nosotros. La verdad es que era difícil deshacerse de ellos. Querían que los acompañásemos a una discoteca cercana a tomar unas copas, claro que nosotros no nos consideramos turistas novatos y sabíamos que algo querían de nosotros. Les dijimos que estábamos cansados y que nos íbamos a la renta, pero ellos insistían e insistían. Finalmente abandonamos el lugar y nos dirigimos a la renta.

Al día siguiente ya estábamos un poco más recuperados así que decidimos callejear por la Habana vieja. Fue una experiencia increíble: conocimos a mucha gente, gente humilde sin prisas que se sentaban con nosotros simplemente para conversar en una esquina. Recuerdo que fuimos a un bar del barrio donde los trabajadores de la zona se reunían a tomar una «cerveza dispensada». Una cerveza dispensada es una cerveza artesana que ellos fabrican y que envasan en botellas reutilizadas. Nada más entrar en el bar, recuerdo ver un cartel de «Año Nuevo 2002» que adornaba la descorchada pared y ceniceros hechos con objetos reutilizados. La verdad que la cerveza era horrible para mi gusto pero lo cierto es que tuvo su encanto el tomarla allí con gente de la zona. Para ellos también fue divertido pues no suelen ver a muchos turistas en el bar, además nosotros no somos esa clase de turistas con cámara que miran por encima del hombro. Tras un par de días en la Habana visitando algunos lugares emblemáticos como la Plaza de la Revolución, el Malecón, el Morro, etc… cogimoss el ómnibus «Via Azul» y nos dirigimos a Varadero.

En La Habana tomando «cerveza dispensada»

Varadero, un barco hundido y una gran resaca

En Varadero habíamos contratado un resort con todo incluido, nosotros no somos de resorts pero bueno, costaba lo mismo que una renta y aquí podíamos empinar el codo todo lo que quisiéramos sin hacer un agujero en la cartera. Al llegar a Varadero descargamos todo y nos dirigimos caminando a «Barracuda diving center» donde reservamos un par de inmersiones de buceo para el día siguiente. Por la mañana, un bus nos recogió en la puerta del hotel y nos llevo al puerto, donde embarcamos y nos dirigimos al punto de inmersión.
Desde la superficie se veía la silueta oscura de un barco hundido: era un remolcador ruso. A medida que te acercabas, cientos de tonos de distintos colores aparecían de la nada. El buceo fue increíble, no me esperaba tanta cantidad de vida en un lugar tan turístico como Varadero. Cuando llegamos de nuevo al resort nos sentamos en la piscina a beber y un chico brasileño se unió a nosotros, unas horas y unas cuantas copas más tarde, cuando nos dimos cuenta eramos un grupo de unas diez personas, de Canadá, Brasil, Argentina, Suecia e incluso un Pakistaní enorme con una frondosa barba que no se aguantaba en pié. Nos dirigimos todos juntos a la casa de la música en donde estuvimos tomando mojitos y bailando hasta altas horas de la noche. Nos levantamos con una buena resaca y sin tiempo de reponernos hicimos las maletas y cogimos un coche hecho polvo con un olor a gasolina horrible y los asientos apenas tenían espuma. Tres horas y media más tarde llegamos a la renta de Cienfuegos.

En Varadero (Cuba) pasándolo bien en la Casa de la Música

Cienfuegos, asco, twerking y reggaeton

La renta de Varadero era una casa grande con un patio interior y una piscina pequeña en medio. A mí personalmente no me gustó demasiado Cienfuegos, a parte del Parqué José Martin y alguna cosa más. La gente nos pareció muy diferente a la gente de la Habana, con motos eléctricas con música reggaetón a toda paleta y luciendo cordones de «oro». Parecía que estuviesen exhibiendo sus pertenencias a lo largo de todo el malecón mientras las chicas hacían twerking al ritmo de la música. Un espectáculo bastante deplorable en mi opinión, además la humildad aquí brillaba por su ausencia.

Paisaje de Cienfuegos

Trinidad, una ciudad de piratas y corsarios

Un par de días después cogimos otro taxi del año de la guerra para ir a Trinidad.
Trinidad era una ciudad preciosa, llena de vida y sus calles empedradas y edificios antiguos bien conservados te hacían transportarte a la época de piratas y corsarios. Trinidad nos encantó, sus calles, su comida, su gente y su patrimonio. Estábamos tan a gusto que no queríamos irnos pero íbamos muy justos de tiempo y Cayo Coco nos esperaba.

Comenzando bien el día

Cayo Coco y la abuela on fire

En Cayo Coco, teníamos una noche de relax en un resort de allí antes de dirigirnos a la Playa de Santa Lucía. Poco a destacar aquí, bebida gratis, playa y una mujer de avanzada edad que bebía como una vikinga y se enrolló con la mitad del staff del resort. En la recepción del Hotel Colonial había una agencia de viajes que organizaban tours y ese tipo de cosas. No suelo pisar esos sitios pero decidimos darnos un lujo y contratar desde ahí el taxi para ir a la playa de Santa Lucia que estaba a tomar por saco de allí.
Nos recogió un taxi nuevo y flamante con su aire acondicionado compartido por dos turistas franceses. Mi primo y yo nos miramos y asentimos pensando que había sido una idea genial. A los 200 metros del hotel, el taxista nos sacó las maletas del taxi, las cargaron en un coche destrozado y nos subieron a él. Vamos que el tipo de la «agencia de viajes» nos la había pegado bien el muy cab***. El camino de unas cuatro o cinco horas fue una de las peores experiencias del viaje: el conductor que parecía alcoholizado conducía dando volantazos e incluso se metía por la mediana. Fue horrible la experiencia, además otro taxista nos contó que hacía una semana una turista había muerto por la zona en un accidente de coche y nos dijo que era bastante común.

En el resort de Cayo Coco

Playa de Santa Lucía y el buceo con tiburones fantasma

Llegamos a la playa de Santa Lucía, era un desierto donde apenas pasaba nadie, de vez en cuando veías algún carro de caballos pero bueno, al fin y al cabo habíamos venido aquí a bucear con el tiburón toro. A la mañana siguiente nos dirigimos al club de buceo «Sharks Friends Dive Center» pero allí nos informaron de que había un paro de marea y no se podía hacer ese buceo. Nos llevaron a una inversión bastante simple pero al menos buceamos. Por la noche fuimos a un bar cercano a la renta donde no había nadie más que la camarera, el bar estaba 24 horas abierto pero por lo visto, habíamos sido sus únicos clientes en varios días.

Buceando también se come bien

Santa Clara y sus mochileros

Volviendo hacia la Habana donde nos esperaría nuestro vuelo de vuelta paramos en una bonita ciudad llamada Santa Clara.
Santa Clara una ciudad con personalidad, muchos mochileros transitaban sus calles y se veía una ciudad con mucha vida. Por la noche la orquesta de la alguna escuela tocaba música en directo en la plaza principal mientras la gente paseaba.

La Habana, «planxaos» y buen rollo

El viaje ya estaba terminando y tuvimos que volver a La Habana, donde pudimos disfrutar de un par de días extra para despedirnos de este país que había cautivado nuestros corazones. En los últimos días hicimos un descubrimiento importante, «El planxao» se trata de un brick como los de zumo pero con ron y podréis imaginar a qué se debe el nombre. Pues sí amigos, terminamos la noche planxaos completamente pero lo pasamos de cine. Aquí termina el relato de nuestro inolvidable viaje a este destino que nos cautivó y al que seguro volveremos algún día. Espero no haberme extendido demasiado y que hayáis disfrutado con leyéndolo.

De vuelta en La Habana, la capital de Cuba

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