Gruyères: un pueblo de postal habitado por terroríficos aliens
Las palabras que más se escuchan al entrar en la idílica localidad de Gruyères son: “How nice!”, “Oh, wie schön!”, いいね!, y con menor frecuencia pero mayor capacidad sonora “¡HALAAAA QUÉ BONITOOO!” Y es que este pequeño pueblo medieval se ha vuelto por su belleza –y sus extravagancias- uno de los puntos más turísticos de la zona de Friburgo. Pero no te preocupes, los autobuses llenos de viajeros llegan al mediodía así que si vienes por la mañana, tendrás todo Gruyères para ti solo.
Esta pequeña villa que parece salida de un cuento, rodea un castillo medieval sobre un cerro y tiene tres museos de lo más variopintos; en su castillo del siglo XIII podemos conocer 800 años de arquitectura, cultura e historia; junto a éste aparece el Museo del Tíbet que muestra cientos de objetos de la región de los Himalaya; y cómo no, el Museo H. R. Giger que contiene la fantástica y enfermiza obra de este creador de alienígenas con premio Oscar.
Comenzamos la visita en la plaza principal con su fuente y sus edificios cuidadosamente decorados con geranios, cabezas de renos, cencerros, ventanas y balcones de madera con tallas en forma de corazón acompañados de un incesante aroma a queso y del silencio tan típico por esta zona de Suiza. Siguiendo el suelo empedrado llegamos al castillo de Gruyères. A su entrada un espectáculo audiovisual que narra su historia y unas cúpulas diseñadas por el mismo Giger te dan la bienvenida. Este castillo medieval está situado a 830m de altura y es uno de los más importantes de Suiza aunque no se conozcan del todo sus orígenes. Diecinueve condes han vivido en él y fue Michel, el último de éstos quien tuvo problemas financieros y hubo de declararse en bancarrota en el año 1554, entonces las ciudades de Friburgo y Berna repartieron entre sí sus tierras. Más tarde pasaría a estar en venta y lo comprarían las familias Bovy y Balland quienes, ayudados por sus amigos artistas, se ocuparían de su restauración. Hoy en día, además de su historia, podemos ver en su museo exposiciones itinerantes de arte moderno. Como curiosidad, verás que en los diferentes dormitorios las camas tienen una anchura normal pero son demasiado cortas; esto se debe a que antiguamente tenían miedo a dormir completamente tumbados dado sus problemas respiratorios.
Otra cosa que no esperas que albergue este pueblo tan típicamente suizo, es el Museo del Tíbet. Su pequeña fachada contrasta con esta espaciosa capilla en donde la fundación de Alain Bordier expone más de 300 esculturas budistas, pinturas y diferentes obras rituales que ha ido recopilando a lo largo de 30 años de viajes al Tíbet.
Mucho más anacrónico es el museo de Hr. Giger. Cuando me disponía a entrar en él me avisaron: “cuidado, algunas personas salen de aquí tocadas del ala”. Y es que en el idílico pueblo de Heidi en el que nos encontramos una no se espera topar con las pesadillas más tenebrosas de este artista nativo de Zurich. Giger es conocido sobre todo por “Alien”, un extraterrestre aterrador en el que mezcla la biología y la mecánica: la “biomecánica”. Y como Alien, todas sus criaturas exponen estas características… por eso no resulta extraño que fuera de profesión diseñador industrial. Todo el decorado de la película de Alien fue diseñado por Giger (maquetas, bocetos, cuadros, esculturas, prototipos…), así como las creaciones de otras películas como La Mutante, Alien III, Poltergeist II y muchos más. Nos pinta el interior del cuerpo humano, la arquitectura biológica en el que incorpora a las máquinas –y viceversa-, y paisajes eróticos muy oscuros (hasta hay una sala no apta para menores y mejor no pongo fotos aquí, que este blog es para todos los públicos y de verdad que tiene obras bastante fuertes).
Frente al museo se encuentra el bar de Alien, una catedral de huesos y esculturas orgánicas que una vez más te hace olvidar el ambiente medieval y bucólico de las vacas, las tradiciones y el queso… hasta que pones un pie fuera de la puerta. Como Gruyères es pequeño, todo se encuentra muy cerca entre sí. En este caso tenemos el restaurante Chalet, uno de los mejores lugares y más pintorescos para probar el plato estrella de la región: la Fondue. El ingrediente básico del plato más internacional de Suiza es, por supuesto, el queso. Se degusta en compañía acompañada de un vino blanco y todos los comensales han de sumergir pequeños pedazos de carne, pan o fruta en una misma marmita.
Y ya que estamos en Gruyères, allá vamos con unos datos curiosos sobre el queso suizo:
-Una vaca consume 100 kg de pasto y 85 litros de agua al día para producir 25 litros de leche.
-Los fabricantes de queso emplean 400 litros de leche para hacer un queso Gruyère de 35 kg.
-Hay 75 diferentes aromas supuestamente alpinos de queso Gruyère. De vainilla, orquídeas, violetas, castaños, menta, virutas de madera, avellanas, hierba fresca … lo que sea, está aquí.
-Alrededor de 330 millones de litros de leche se convierten en 27000 toneladas de queso en las más de 200 industrias lácteas en el Friburgo, Neuchatel, Jura y los cantones de Vaud; las vacas de Gruyères tienen un rendimiento de 5,7 millones de litros al año.
– Un queso suave (doux) Gruyère se deja madurar durante cinco a seis meses, un semi-curado (mi-salé) de entre siete y ocho meses, un queso curado (salé) de nueve a 10 meses, un reserva (réserve au surchoix) por lo menos 10 meses, y el de sabor más fuerte (vieux) durante al menos 15 meses.
-Dos tercios de la producción de Gruyère se consume en Suiza. La UE y América del Norte se come el resto.
Hey There. I found your blog using msn. This is an extremely well written article.
I’ll be sure to bookmark it and return to learn extra of your helpful info.
Thank you for the post. I’ll definitely comeback.
Solucion a la curiosidad: Las camas son cortas, porquè en esa época, relacionaban que dormir estirado en la cama era igual a estar muerto. Por lo que dormian sentados o incorporados.
qué fuerte el bar. Cuando fui en 1999, creo no estaba nada de esto.
Me parece que Gruyeres está esperando una nueva visita mía!!!
Gracias
Dos tercios de la producción de Gruyère se consume en Suiza. La UE y América del Norte se come el resto.
Frente al museo se encuentra el bar de Alien, una catedral de huesos y esculturas orgánicas que una vez más te hace olvidar el ambiente medieval y bucólico de las vacas, las tradiciones y el queso…
Jejeje vaya combinación entre cuento y novela de ciencia-ficción. Me quedo con el queso 😀