Chiang Rai – El templo blanco y el templo negro
Chiang Rai
Wat Rong Khun – El templo blanco
Chiang Rai es una pequeña ciudad clavada entre las verdes colinas que salpican la zona fronteriza del Norte de Tailandia. Es una villa alegre pero tranquila. Capital de la provincia homónima, es una buena base para hacer excursiones por una de las zonas más selváticas del país. Saliendo de los circuitos turísticos habituales (sin lugar a dudas, pasa del “triángulo dorado”), quedan tribus en pueblos donde sus habitantes ven la vida pasar sin muchas pretensiones. Chiang Rai sería poca cosa más sino albergara dos de las construcciones más extrañas y emblemáticas del arte del país, creadas por dos de los hijos predilectos de la ciudad. “El templo blanco”, Wat Rong Khun, y el inquietante museo Bandaam, al que, turistas y agentes vacacionales de la zona llaman “El templo negro”.
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Wat Rong Khun – El templo blanco
Quinientos brazos esculpidos en cemento blanco se alzan a la entrada del puente, desde un pozo sin fondo, creando una desconsoladora imagen de sufrimiento, de angustia. En algunas manos, calaveras de otros hombres. En otras, pozales de barro que albergarían las miserias humanas. Custodiando el puente que da acceso al santuario, dos níveos guardias esperan al visitante con las armas en alto y un dedo acusatorio tendido hacia éste, para que se sienta pequeño, culpable, pecador. Este es el particular efecto que Charlermchai Kositpipat desea que se produzca. “Para llegar al cielo, el hombre debe antes pasar antes por el sufrimiento.” Propugna el artista Tailandés. Su particular Nirvana es un espectacular edificio adornado de distintas tallas también blancas, color que representa la pureza del budista, y cristal, que representa la sabiduría de Siddharta.
Chiang Rai: Las manos que se alzan del pozo pidiendo misericordia.
El jardín de dos hectáreas y media que rodea la construcción alberga estatuas de nagas, dragones y monstruos mitológicos tanto del budismo, como del hinduismo. Pequeñas charcas con indolentes peces de colores rodean el Ara principal. Aquí y allá, los sesenta y siete discípulos del artista Thai trabajan en modelos nuevos o en restauraciones de los antiguos. Y es que hay mucho trabajo por hacer. El templo, en cuya construcción se llevan empleados dieciséis años, necesitará otros sesenta o setenta para que los nueve edificios que lo constituirán, sean acabados. Para que continúen su obra, Charlermchai ha elegido personalmente a estas personas. Además, la financiación es complicada. El artista no acepta ningún tipo de donación del gobierno, políticos o millonarios por encima de los 250 euros para evitar que nadie pueda intentar inmiscuirse o “darle ideas” que puedan condicionar su obra. Con todo esto, que es mucho, lo más soberbio y curioso del edificio está en el interior.
Al cruzar la puerta, nos encontramos con dos estatuas de Buda, una blanca y otra dorada, y una tercera representación de Siddharta pintado en la pared con su clásica y benévola sonrisa en su rostro. Al darnos la vuelta, la entrada que acabamos de atravesar se yergue entre las fauces de la Mara, el demonio que intentó evitar que Buda alcanzase la iluminación. En su boca, la representación de los males y dolores que asolan a la humanidad. Los falsos ídolos a los que “adoramos” están representados por Neo, Doraemon, Superman, Kung Fu Panda o Michael Jackson. Los miedos también tienen sus imágenes en los labios del Monstruo. Jack el destripador, Jabba el Hutt o Hellraiser. En el interior de la boca, una lluvia de misiles se descarga sobre Nueva York y las torres gemelas, dibujadas al lado del monte del destino. Y en los ojos de la Mara, el reflejo George Bush y Osama Bin Laden.
Chiang Rai: Los ojos de la Mara. Escaneado de un libro que compré alli (esta prohibido realizar fotos en el interior del templo). Clic para ampliar.
“Quiero que todo el mundo se dé cuenta de que nuestro mundo está siendo destruido por aquellos que anhelan fabricar armas para matar, arruinando además el medioambiente con ello. Y nunca parecen tener suficiente. He visto la violencia y me duele a mí y a la humanidad observar la muerte de muchos inocentes a manos de estos dos poderosos individuos. La gente que desea la paz no desea ver el asesinato de musulmanes como no deseaba ver el colapso de las torres gemelas. Bush y Laden están pintados en los ojos porque estos son órganos muy importantes que deberían ser usados para mirar al otro con amabilidad y amistad, y no con el odio que incita a la guerra. También pinté a Goku o Superman para hacer ver a la gente que no hay héroes en nuestro mundo. El mundo quiere ver en estos héroes la falta de moral que nos asola. El mundo enferma. No sólo el medioambiente lo hace por nuestra causa, sino que también el ser humano está infectado de una profunda falta de valores.”
La puerta del templo también está ahí por una razón. La Mara, aunque interpretada a veces como una deidad, es en realidad un estado mental en el Budismo. Es la parte negativa que afecta a la mente del hombre. Su “ignorancia”. Una contaminación que impide al ser humano acceder al Nirvana si no la vence primero. Al abandonar el templo por la boca de la Mara, el artista busca que sintamos cómo dejamos los males detrás de nosotros y salgamos en paz.
Chiang Rai: La boca de la mara. Escaneado del mismo libro. La puerta estaría en el doblez de las dos páginas. Clic para ampliar y ver los detalles.
Museo Bandaam – La casa negra
A treinta minutos de Wat Rong Khun, encontramos la casa negra o el templo negro, llamada así porque las cuarenta construcciones que componen el espacio del museo están pintadas del color favorito de Thawan Duchanee. A “locales” y turistas les encanta asociar con lo diabólico, y aunque el artista se desmarque de estas asociaciones, el aspecto del Museo del señor Duchanee invita a pensar esto.
Chiang Rai: El edificio principal del museo Bandaam. Hacer fotos a un edificio negro a las 12 del medidía suele dar resultados tan malos como este.
Nada más llegar, uno se encuentra con el edificio principal, una gigantesca construcción (la foto no hace justicia) de madera negra adornado con tallas y bajorrelieves blancos. En el jardín, hermosas estatuas de piedra salpican un jardín muy cuidado. Pero es en el interior, donde se empieza a entender el porqué de esa presunta asociación con lo demoníaco. Algunas columnas están esculpidas en la madera, mostrando aquí y allá, monstruos y hombres, bellamente labrados, extraídos también de la mitología thai. Un áspid muerde los testículos de un héroe y a su lado un engendro de cuatro piernas vigila a los visitantes. Dragones y musas adornan los bajorrelieves de las ventanas entre las pieles de animales disecados que cuelgan el techo. Más allá unas mesas “de comedor” invitan a sentarse en las sillas puntiagudas y rematadas por calaveras de algún tipo de antílope. Encima de la mesa, una magnífica estatua de Buda esculpida en mármol descansa sobre una serpiente disecada. Pieles de oso, cocodrilos disecados y calaveras por doquier alternan con las esculturas del artista. Así, cada una de las cuarenta cabañas.
“La casa negra evoca el pasado Thai de una manera contemporánea. Trato de insuflar vida en cada una de mis creaciones.” Además, el artista, que se declara agnóstico, no es muy amable con las comparaciones entre su obra y el templo blanco.»Las pieles y las calaveras son una colección personal para estudiar la anatomía animal y mejorar mi obra. No entiendo por qué la gente se empeña en comparar esto con el infierno. Como dice John Lennon, no hay cielo arriba ni infierno abajo.”
Chiang Rai: Una de las bizarras mesas del edificio principal. Es un nímio ejemplo comparado con lo que hay dentro.
Hay una notable diferencia entre ellos. Mientras que el templo blanco recibe casi un millón de turistas al año, el museo Bandaam no creo que llegue a los veinte mil, lo que convierte la visita en mucho más solitaria y placentera. Ambos son accesibles mediante autobús desde Chiang Rai por unos pocos baht y están a unos 10 kilómetros cada uno del centro de la ciudad (en distintas direcciones). También suelen estar incluidos en los packs turísticos de la ciudad. Si te quieres quedar a hacer fotos al atardecer, hay que tener en cuenta que ambos cierran sobre las 17:30 los autobuses urbanos dejan de pasar por las zonas a la misma hora. No os suceda como a mí, que una pequeña y sonriente tailandesa de metro cincuenta tuvo que llevarnos en su minúscula scooter a dos maromos de metro noventa y ochenta kilos de peso al centro de la ciudad porque ya no pasaban autobuses. Al dejarnos allí nos regaló unas mandarinas e igual de sonriente se dio la vuelta y se marchó.
Os dejo unas cuantas fotos más de ambos templos, que cuentan mejor las imagenes que lo que os pueda decir yo. con un ligero retraso …. ¡Feliz año nuevo a todos!
@Gothart en twitter
Chiang Rai: Un dragón labrado en la madera de las contraventanas del museo Bandaam.
Chiang Rai: Alguno de los elementos, también dorados, que salpican los jardines del Templo blanco.
Chiang Rai: El interior de una de las casetas con una ínfima parte de la colección de calaveras y pieles del señor Duchanee.
Chiang Rai: Uno de los guerreros blancos que custodian la entrada a Wat Rong Khun.
Chiang Rai: Y aquí una de las esculturas que adornan los jardines del «Templo negro».
Chiang Rai: Un detalle más de Wat Rong Khun.
Impresionante la imagen del guerrero blanco. Thailandia es uno de mis próximos destinos y al que más ganas tengo de toda mi lista. Súper interesante! Gracias 🙂
Vaya muy interesante, me has despertado las ganas de viajar
Gracias Fernando por acercarme a estos dos templos.
¡WOW! Pero cuántas cosas aprende una!
Te acabo de descubrir y me has enamorado con las fotos, la manera de escribir, todo. Me quedo leyéndote por aquí y también te sigo en Facebook 🙂
Un saludo
Whau, vaya la verdad es impresionante la belleza de estos templos, gracias por tus fabulosas fotos y que confirman que Tailandia muchas cosas interesantes que conocer.
Tailandia tiene que ser un destino fantástico. A ver si nos animamos a conocerla en unos años, cuando crezcan un poco más los actuales diminutos.
Fotos preciosas.
Un abrazo.
Estuve en ambos recientemente y la verdad es que son geniales. Primero fui a la casa negra (teníamos motos y nos resultó sencillo y rápido llegar), que me impactó bastante. No sé si es tan «satánico» pero cuando menos es cruel. La cantidad de cráneos de cabra que allí había era de locos. También me sorprendió mucho la mega piel de serpiente que servía a modo de tapete en una gigantesca mesa.
El templo blanco también es sorprendente y genial, aún cuando esté inacabado. Sin duda creo que son un buen combo para hacer en el mismo día y aprovechar las locuras de estos artistas, jeje.
A ver si pronto me pongo también a escribir sobre ellos.
Saludos!! 🙂
Buenas!
Muy chulas las fotos.
Saludos,
Hola Pol!
Pues que curioso, porque no, no había visto tu artículo y si que hay cosas similares. En este caso, creo que la frase de “Para llegar al cielo, el hombre debe antes pasar antes por el sufrimiento.” y la de «evocan el pasado de Tailandia desde un punto de vista contemporáneo.» las hemos sacado del mismo sitio, que es la revista que esta en el museo del templo blanco enmarcada en un cuadro, ¿me equivoco? de hecho de ahí saqué en parte la idea del artículo junto con el librillo que compré. ya que esta prohibido hacer fotos en el interior para no ofender a nadie, pensé que lo mejor sería comprarlo (que además es interesantísimo) y escanearlas 🙂
Yo me quedé un poco corto de fotos para representar todo lo que se ve allí, y además en el templo negro había muchas «casetas» cerradas cuando yo fuí. tu tienes muchas más
un abrazo y me encanta tu post. Me ha recordad muchas de las cosas que ví allí de las que no tengo imagenes 🙂
Pues hace tiempo de ello pero sí recuerdo leer una entrevista al arquitecto del New York Times. Sería esa la de la frase.
Otro abrazo!
vaya pasada de templo!! Que ganas de conocer Tailandia!
Muy interesante el post, he conseguido teletransportarme a ese »estado de nirvana» si podíamos llamarlo así cuando lo estamos leyendo. Creo que Tailandia está siendo maltratada por las guias y algunos blogs que hablan del »distrito rojo» o las »playas de guiris», pero lugares como estos… hacen que realmente merezca la pena cruzarse medio mundo para verlo.
Muy interesante el templo negro, sentirse solitario en un lugar así debe ser algo único.
Saludos,
Jesús
Vero4travel