Dormir en la cárcel de Ottawa, Canadá
Suena raro pero es cierto lo que os cuento. Durante varias noches dormí en una antigua cárcel en Ottawa, la capital de Canadá. Y yo sin saberlo de antemano.
Durante mi viaje por la costa este de este enorme país me iba alojando en hostales de la red Hostelling International porque suelen ser la opción más económica y con mi presupuesto para un viaje tan largo, mi cuenta bancaria no daba para más (rondan los 20€ por noche y persona). Lo curioso es que los alojamientos variaban mucho según el lugar, desde típicas viviendas chalet de madera en pueblecillos hasta enormes edificios con muchísimas habitaciones en las principales ciudades. Hasta que llegué a Ottawa.
Dormir en la cárcel, no normal en Ottawa
Cuando aparcamos la furgoneta en la plaza de aparcamiento del hostal Jail Hostel (ni me había molestado en leer el nombre que no dejaba lugar a dudas) comentamos que el edificio parecía una cárcel por su gran tamaño, sus muros y por las pequeñas ventanas con barrotes. A continuación vimos junto a la puerta principal en el jardín, que el aparcamiento de bicis era un instrumento de tortura. “Oye, que igual esto sí que es una cárcel”. Y efectivamente, se trataba de un presidio que había estado en funcionamiento durante más de un siglo.
Poco después de cerrarlo en los años setenta decidieron darle un nuevo uso a este edificio de estilo victoriano, ¿por qué no alojar viajeros en él?
Os aseguro que las celdas siguen igual, angostas y sin ventanas. Además por la noche si quería ir al baño tenía que cruzar un pasillo y sentía como si una presencia me siguiera en el silencio nocturno. Y no es de extrañar, aquí ha habido mucho sufrimiento y hasta se han ejecutado presos. Aún puede verse la soga con la que colgaban a los peores delincuentes en público para regocijo del pueblo. Uno de ellos era el supuesto asesino Patrick James Whelan, que mantuvo su inocencia hasta el momento de la ejecución y cuyo espíritu aún ronda por los pasillos. También fue el caso más sonado. En 1869 este hombre fue ejecutado por el asesinato del parlamentario y padre de la confederación Thomas D’Arcy McGee. Más de 5.000 espectadores desafiaron una tormenta de nieve para presenciar su ejecución.
Se mantienen los barrotes de las puertas, patíbulos, el corredor de la muerte y su estructura en general: el lugar de desayuno es el mismo comedor de los presos.
Lo curioso es que ofrecen tours gratuitos para dar a conocer la historia de este edificio, así que cómo no me iba a apuntar a conocer los entresijos del Jail Hostel.
En esta cárcel había celdas de confinamiento solitario, que venía a ser una presión dentro de una prisión: un lugar en la que los peores presos eran encadenados y separados de todo contacto humano así como de la luz y cualquier sonido para que estuvieran en total aislamiento.
También se convirtió en parte en una prisión de mujeres cuando cerraron el terrorífico hospital de la planta nueve y decidieron alojar tanto a presas como a sus hijos.
Como os digo, la cárcel del condado de Carleton estuvo operativa durante 110 años desde 1862 hasta 1972 y no era precisamente un modelo ideal de penal. Los presos estaban apilados en celdas de 1x3m durante la noche. Las habitaciones no tenían iluminación, ventilación, calefacción ni cuarto de baño sino que tenían que utilizar baldes en su lugar. Al menos hasta 1888 tampoco tenían colchones: los reclusos dormían en el suelo, que solía estar húmedo y sucio.
La separación de los delincuentes habituales de los menores infractores era prácticamente inexistente, los castigos eran desproporcionadamente duros, y no entendían la idea de una prisión como un lugar para rehabilitar a las personas ni mucho menos… es lo que llaman la “reliquia monstruosa de una civilización imperfecta”, así que debido a estas condiciones inhumanas decidieron cerrarla en 1972.
“Esto es, creo yo, sin ninguna duda, la cárcel más abominable en toda la provincia”.
-Extracto de un informe de la cárcel de Ottawa, Consejo de inspección de Asilos y Cárceles
«Las cédulas sucias al lado del pasillo son oscuras, húmedas e insalubres. Están llenas de abominaciones y emiten un hedor que envenena…».
-Sr. E. A. Meredith de la Junta de Inspectores de Asilos y Prisiones.
El pensamiento ilustrado introdujo muchas nuevas ideas acerca de las leyes naturales que gobiernan el comportamiento humano y los derechos del individuo. Los personas tenían libre albedrío, perseguían sus propios intereses, y eran responsables de sus acciones. Así que si se violaban los derechos de otra persona tenía que deberse a su debilidad moral y eso es lo que pensaron que había que corregir.
Apareció la idea de reformar al prisionero para su reintegración en la sociedad. Para ello se les comenzó a colocar en entornos más salubres para que pudieran reflexionar sobre el mal camino que habían escogido y reconstruir su fuerza moral. Para ello se les separaba según su grado de peligrosidad y se les hacia trabajar duro, se les aplicaba una disciplina estricta y les enseñaban religión.
Al final la estrategia más segura era seguir las reglas y trabajando podían conseguir mejores alimentos. Dependiendo del período de tiempo y sus crímenes, los privilegios podrían incluir poder hablar con otros presos, conseguir tabaco, acceso a lectura, recibir y escribir cartas y tener visitas. Si incumplían las normas, perdían sus privilegios.
Por ejemplo, un prisionero podría perder su colchón por un período indefinido de tiempo, o se le podía reducir la dieta a sólo pan y agua. También podía perder el permiso de salir de su celda. Otros castigos eran más graves, causando angustia psicológica y/o física. Estos podrían incluir grilletes o permanecer hasta seis meses en celda oscura -posiblemente con grilletes-.
En 1903, los delitos que requerían de castigos eran los siguientes:
-La desobediencia de las reglas y reglamentos.
-Asaltos comunes entre los presos.
-Maldecir o utilizar un lenguaje profano.
-Comportamiento o lenguaje indecente.
-Amenazar, insultar o ser violento hacia los demás presos, el personal y los visitantes.
-La ociosidad o negligencia de trabajo.
-Crear destrozos en la cárcel.
Muchas cárceles en canadá tenían dificultades para separar a sus prisioneros en diferentes clases. Ninguno, sin embargo, podía pasar por alto la necesidad de mantener las internas separadas de los hombres. Se reservó un pasillo entero sólo para las reclusas. Y sólo matronas tenían llaves para acceder a los habitáculos de las mujeres.
Los niños también eran una clase especial que requería la separación de la población general de la prisión. Antes de que hubiera reformatorios de menores, se les mantuvo con las mujeres presas hasta la edad de doce años. Una vez que llegaban a la adolescencia, se les pasaba con los adultos. Como esto no era lo más ideal, se aceptó que los delincuentes menores de 16 años fueran azotados en lugar de tener que ir a la cárcel.
También es cierto que a veces no era necesario cometer delitos para ingresar en la cárcel. En muchos casos, el penal servía como asilo para gente sin recursos. «Los reclusos» incluían a los deudores, los enfermos mentales, los sin techo, y los pobres. A menudo, también metían a los borrachos. A veces, estas otras «clases» de los presos podían constituir el 50% de la población reclusa.
En 1891 hubo 1.032 detenciones efectuadas en Ottawa, por los siguientes delitos (algunos impensables en el siglo XXI):
-Asesinato
-Herir a otra persona
-Asalto común
-Asalto con agravante
-Disparo intencionado
-Intento de suicidio
-Demencia
-Falsificación de documentos
-Robo
Hubo muchas debates acerca de qué hacer con este edificio cuando se reubicó a los presos en otra instalación en 1972. En un principio, el edificio estaba programado para la demolición. No pasó mucho tiempo hasta que se reconoció su importancia histórica y arquitectónica. Se pensó en convertirlo en un centro de desintoxicación, en un centro de investigación de la criminología o en el museo de la prisión. Pero al final salió adelante la opción del albergue juvenil, que realmente también hace las veces de museo.
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Yo dormí en una cárcel en Lluibliana… Visitala en tus viajes… Abrazos te echamos de menos por Fidelhaus, cuídate mucho
¡Qué experiencia más interesante! Dormir en una antigua cárcel en Canadá debe ser muy misterioso. Un lugar con tanta historia seguro que transmite una energía especial. Añadiremos este alojamiento en Otawa a nuestra lista de favoritos 😉
Magnifico Blog. Lo seguimos hace mucho. Respecto al post. Nosotros lo estuvimos valorando pero tiene tanta fama entre los viajeros independientes que los precios eran altos para lo que realmente ofrecían. Es literal lo de que duermes en una celda. El problema es que el precio es parecido a un hotel 3 estrellas je je.
Enhorabuena y un saludo
Que va, precisamente ayer lo comprobé con un buscador de hostales. Ordenando los resultados por precio, salía en el primer puesto. Igual es que depende de las fechas…
Juro que ni he dormido gratis ni me han pagado por este post, eh!
Ja ja ja. Quizás tengas razón y serán las fechas. Nosotros estuvimos en julio de hace unos años y en serio que el precio para ser un hostel era muy elevado.
un saludo
Muy buen post e interesante, nos ha gustado mucho, a ver si algún día tenemos la suerte de pasar por ahí y disfrutar de este sitio tan singular
Gracias!
…. y la foto del principio va incluida en el precio?
No, te la tienes que hacer tú jaja