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Los 10 finalistas del concurso «¡Gana un Kindle con tu anécdota!»

ataque de monos

Arrancamos el 2013 con un regalito.
 Los viajes son una fuente inagotable de anécdotas. Unas más divertidas, otras más extravagantes y algunas hasta peligrosas pero, sobre todo, son acontecimientos imprevistos que siempre recordamos con una sonrisa en la cara. Los lectores de este blog han dado fe de ello compartiendo sus anécdotas viajeras en el muro de Facebook de Mis viajes por Ahí. Pero sólo uno de ellos será el ganador de un Kindle. 
¿Cuál de estas 10 historias crees que merece el premio?

 

1 Paco, “El secreto escocés”

Londres, año 1996. Estábamos en un pub y fui al baño (es lo que tiene beber varias pintas). Cuando estaba ya lavándome las manos, entró un escocés vestido de escocés, obviamente. Se arrimó a uno de los urinarios y sin más, se levantó el kilt con las dos manos…ahí comprobé que no llevan nada debajo de la falda! 🙂

2 Guillermo, “Extraños negocios…”

Estaba yo por Camboya, haciendo el Gran Viaje Post-MIR, y después de visitar los campos de concentración de Phnom Penh, cogí un mototaxi, la forma más barata (y la más suicida) de moverse por las ciudades del sudeste asiático. He aquí la conversación surrealista que tuve con el conductor:


-Conductor: Where you from?
…
-Yo: Spain!

-Aaaaah! Real Madrit!

-Noooooooo

-Barselona!

-Nooooo

-???

-Athletic Bilbao!

-Ah… …You like shootin?

-What?

-You like shootin? Ratatatata!

-Well… Do you like it?

-Yes! We can go the place I go. Shoot pistol, m16, ak47, machinegun!

-And how much is it?

-Very cheap! -allí todo es very cheap, aunque cueste 200 dólares- Ak47, 50 shots, 30 dollar, Machinegun more expensive. Bazooka, 100 dollar.

-BAZOOKA?

-Yes. And cow, 150 dollar

3 Daniel, “Irse al sobre”

Yo acaba de mencionar el «shock» que me llevé cuando vi el agua de mi nuevo inodoro rebosar, cuando Iban comentó que la sábana de su habitación era bastante extraña. Según él era como una especie de sobre, que todas las noches tras introducir su cuerpo en él, cerraba con una serie de botones que quedaban a los lados de su cabeza.

-¡Y no veáis que calentito se está! – nos decía Iban – Aunque una vez que me meto, no puedo dar muchas vueltas.
 No supimos descifrar el misterio hasta que nos invitó a verlo con nuestros propios ojos. ¡Y cuán grandes fueron nuestras carcajadas! al observar la simulación que nuestro amigo hizo ante nosotros; ¡se metía dentro de la funda de un edredón nórdico por la parte de abajo! ¡y lo abrochaba!

Ni en su casa, ni en casa de sus abuelos tenía uno ¿cómo diablos iba él a saber lo que era? 
Una vez más, mediante risas y sonrisas, nos dimos cuenta de que las diferencias no sólo varían entre culturas, sino que las culturas varían entre tú y la persona que, justo ahora, tienes al lado. ¡Benditas diferencias! 🙂

4 Inés, “Entierro express”

Nota: la autora de esta anécdota tiene 11 años y como no alcanza la edad mínima para tener una cuenta en Facebook, me envió su anécdota vía email. La doy por buena.

Esta anécdota me ocurrió en un viaje a Escocia, donde  hicimos un tour por el Lago Ness. Ahí es donde me ocurrió todo. Subimos a un barco que te daba un paseo por el lago. Estaba a rebosar y no nos pudimos sentar, por lo que nos colocamos en las escaleras de la entrada. Estábamos mirando el paisaje cuando de repente una señora se acercó a donde estábamos acompañada por una persona de la tripulación que le dijo: “Aquí el viento va bien”. Entonces la señora nos dijo: “¿me dejáis ponerme aquí un momento?”. Mi padre y yo nos extrañamos mucho pero a pesar de todo la dejamos pasar. Unos chicos se acercaron y se pusieron junto a la señora. Después de un rato pensando, la señora sacó un bote de café soluble, lo abrió y tiró al lago los polvos que contenía en su interior. Mi padre y yo le preguntamos qué había tirado, y nos dijo que eran las cenizas de su marido. Fue un entierro rápido en un barco lleno de turistas.

5 Elena, “Luna de miel… ¡Y una mielda!”

Esta anécdota es verídica y comprobable pues lo tengo grabado en video. Nos casábamos en oct. de 2001, y a mi marido le hubiera gustado ir a Nueva York, pero sucedió lo de las Torres Gemelas. Entonces pensamos en ir a Bali, pero hubo un atentado en una hamburguesería frecuentada por turistas. Entonces pensamos : «Vámonos a Cuba, que allí como son medio primos nuestros, vamos a estar a salvo de atentados !! » Y efectivamente, no sufrimos ningún atentado, pero en cambio nos pasó por encima el huracán Michelle, y pasamos la noche de luna de miel encerrados en el baño, yo durmiendo en la bañera y mi marido sentado en el WC, pensando si íbamos a salir vivos de aquello !! Está claro que estábamos destinados a tener una luna de miel movidita…..fuésemos dónde fuésemos !!!!

6 Merx, “Nunca te fíes de las monjas hippies”

Mi anécdota ocurrió en el primer día de un road trip que hice hace bastantes años con 8 amigos en una furgoneta por Europa central. Íbamos rumbo a un pueblo perdido de Baviera donde nos alojábamos pensando que llegábamos tarde para la cena; de camino vimos un restaurante en la carretera muy mono, así que decidimos parar. Allí una señora con pinta de monja hippie nos recibió excesivamente bien y nos “amenizó” la cena con interminables cánticos de iglesia en todos los idiomas (guitarrita incluida), que soportamos estoicamente conteniendo la risa. Todo parecía indicar que era un negocio montado por una secta seudo católica para recaudar fondos. Nos presentaron al fundador e intentaron que fuésemos a la sede central en Bonn y que colaboráramos con ellos. No sé todavía cómo pudimos salir de allí, pero nada más montarnos en la furgoneta respiramos y estallamos todos en carcajadas por la situación surrealista que acabábamos de presenciar. ¡Y eso que sólo era el primer día!

7 Lluís, “Uno de los mayores placeres de la vida”

Durante una expedición Tahina-Can en el desierto del Sáhara en Marruecos pasamos una noche en haimas y al día siguiente había que subir una pronunciada duna para ver la salida del Sol. Empezamos a las 5 de la mañana habiendo dormido poco, sin comida ni agua y luchando contra el viento. Lo que ocurrió fue que a mitad de ascensión me empecé a encontrar fatal, y con duros retorcijones. Pensé en abandonar pero ver la salida del Sol desde arriba merecía un esfuerzo. Llegué a la cima descompuesto, tiritando, y con el cuerpo helado. Mientras esperábamos la salida me volvió a venir el dolor de tripa así que por un momento dije que abandonaba y que volvia abajo, pero me dijeron que sería de lo más bonito del viaje y aguanté. Decidí ir a hacer de vientre, separándome un poco del grupo, pero claro, al no haber árboles y ser una cima, por mucho que me separase de la cresta se me veía. Tuve la suerte de llevar xilaba con lo que me cubría un poco. Lo mejor fue que en el momento en el que empecé a defecar empezó a salir el Sol y pude experimentar un momento mágico.

8 Yago, “Extraño hotel”

Braga 2012

Miramos el perfil del Hotel X en una famosa página web: buena situación, buena puntuación, buen precio. Reservamos. 
Llegamos a la ciudad por la noche. Entramos por el arco barroco, no hay nadie por la calle. Pasamos al lado de la catedral, amarillenta por los focos de las farolas. Encontramos el hotel. El blanco de la enorme fachada se enfrenta al negro de la noche. La recepción también está vacía, al rato aparece un empleado que nos atiende. Habitación 311, nos dice. 
Subimos en el ascensor. Cuando llegamos a nuestra planta tenemos una sensación extraña. Pegatinas de “Prohibido el paso” marcan algunas puertas. El pasillo, blanco, largo y silencioso nos recuerda algo. Entramos en el cuarto: grande, muy grande, muy muy limpio y demasiado vacío. Una cama por lado, una silla por esquina y en el medio un baño, también muy grande, aséptico. Ahí, aparatos para gente con dificultades motoras: silla en la ducha y barra para sujetarse al lado del baño. Daba mal rollo ese sitio, pero no sabíamos bien por qué. Hasta que vimos, en la mesita de noche, el aparato con botón rojo para las emergencias. Eso no era un hotel, era una residencia de ancianos…

9 Hannah, “Salsa Festival”

Hace varios años estuve pasando el verano en Calgary (Canadá). Un día estaba con unos amigos y vimos un cartel que anunciaba un «Salsa festival» para el fin de semana. Total que decidimos ir a echar unos bailes y cuando llegamos… sí, era un festival de salsa, pero de salsa de la que se come, no de la que se baila!
 Al menos salimos merendados 🙂

10 Judit, “Pillarse un dedo pero de verdad”

Después de muchos viajes, esta anécdota sigue siendo de la mejor de mi Top10 viajero. La historia se sitúa en Túnez, hace 6 años. 

Éramos 20 chavales contentos y emocionados por estar en otro continente celebrando el viaje de fin de bachillerato. Una de esas noches, después de haber paseado por Port El-Kantaoui y fumado unas shishas, volvimos al hotel. Justo cuando íbamos a dormir, una de mis compañeras de habitación me suelta: “Judit, creo que me acabo de cortar un trozo de dedo”. Me doy la vuelta y me encuentro a Eva, mi compi, tumbada en la cama agarrándose la mano con algo de sangre derramada. En seguida, le digo: “Pero Eva tía, ¿qué has hecho?”, a lo que ella me responde: “Me he enganchado el dedo con la maleta al querer cerrarla”. Así pues, abrí la maleta y ahí estaba el cacho de dedo. De repente, Eva se empieza a marear y nos dice a Raquel (mi otra compi de habitación) y a mi: “Dadme alcohol para que no me desmaye”. Raquel va corriendo a buscar el neceser de primeros auxilios de Eva (cómo buena enfermera va siempre preparada) y saca un bote. Moja papel con el líquido y se lo pone a Eva debajo de la nariz. Al rato, Eva suelta: “Tías, creo que me habéis dado otra cosa porqué esto no me está haciendo ningún efecto”. Leemos el bote y era agua oxigenada ¡No os podéis imaginar cómo nos reímos!
Eva pasó la noche en un hospital tunecino con una operación quirúrgica de urgencia. Le consiguieron arreglar un poco el dedo, per el viaje en camello con el brazo enyesado no se lo quitó nadie.

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