La ciudad vieja de Lunenburg, Canadá
Lunenburg, Canadá
El nombre de Lunenburg suena más al de una población germana que a un lugar de la costa canadiense, veréis que esto tiene su razón de ser. Y además es un pedazo de la Nueva Escocia traída al otro lado del océano, sonido de gaitas incluidas. Pero realmente estamos en un pueblo marinero de Canadá incluido en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por haber conservado su arquitectura desde 1753. Éste es mucho más grande y animado que Peggy’s Cove, pero ambos pueblos comparten una genética originariamente alemana. Nótese que Canadá como tal, solo tiene 150 años de edad así que vamos a estar paseando por una de las colonias más antiguas de Norte América.
Lunenburg es el mejor ejemplo que existe hoy en día de un asentamiento británico planificado del norte de América. Cuando la construyeron tuvieron en cuenta todos aquellos preceptos que requería la ciudad perfecta: delimitar espacios públicos, áreas para fortificaciones y una diferenciación de lo que es un área urbana y no urbana. Las murallas han sido destruidas pero el resto de la ciudad se conserva tal cual. En un principio se dividió el terreno en seis partes, cada una de ellas en seis bloques, y a su vez cada bloque se dividía en 14 parcelas. A cada colono se le asignaba uno de estos pedazos y además un trozo de jardín fuera de la fortaleza. De este modo el aspecto inicial permanece casi intacto desde 1753 y la madera sigue siendo el material de construcción más utilizado que se repite tanto en el puerto como en las iglesias. De hecho la anglicana de San Juan (la segunda iglesia protestante más antigua de Canadá) está considerada como la máxima expresión del gótico carpintero. Que aún siga en pie sin haber sufrido incendios, podríamos decir que es un milagro.
De todos modos sí que ha habido trabajos de reconstrucción en los edificios más antiguos, pero siempre se ha hecho con los materiales y las técnicas constructivas tradicionales para que esté todo igual que en sus comienzos –lo que me recuerda a la ciudad noruega de Bergen, también Patrimonio de la Humanidad-.
Ahora llama la atención la decoración marinera de sus calles, con carteles que cuelgan de animales marinos (típicos de la gastronomía de Lunenburg), su divertido puerto lleno de terrazas cuando hace buen tiempo y las casitas de colores tanto en su interior como en el paseo marítimo. En definitiva, es una parada que mereció la pena realizar en este viaje por la costa este de Canadá (minuto 05:07, pero si lo ves entero me harás feliz):
Con este plan de colonización británica se trajeron inmigrantes alemanes, suizos y franceses a Nueva Escocia. A este asentamiento se le puso el nombre de Lunenburg en honor a Jorge II, rey de Gran Bretaña e Irlanda, que era también duque de Brunswick-Lunenburg. Los 1.453 protestantes en gran parte de habla alemana que emigraron a Lunenburg, representan junto con Peggy’s Cove, el asentamiento alemán más septemtrional de América del Norte. Y como estaban bastante aislados, durante mucho tiempo conservaron su idioma y costumbres alemanas como si no se hubieran movido de Europa. Tanto es así, que surgió el «alemán de Pensilvania«, un dialecto hablado por más de 100.000 personas en Norte América, sobre todo por parte de Amish y menonitas.
Pero antes de los alemanes y suizos ya vivía gente aquí. Esta zona estuvo habitada por los indígenas Micmac, que como os conté en el post de Hopewell Rocks, era una tribu que curiosamente, hablaba el algonquino-vasco un pidgin que mezclaba palabras del euskera por su relación con los balleneros vascos. Fueron aliados de los Acadianos, los descendientes de los colonos franceses y durante más de 100 años éstos y los nuevos habitantes germanos estuvieron mezclados.
Finalmente, los Acadianos franceses fueron expulsados del actual territorio canadiense y se asentaron en lo que hoy es el estado de Louisiana donde fueron llamados cajunes.
Actualmente Lunenburg es la base de la mayor planta de procesamiento de pescado de Canadá y de la flota de arrastreros de altura. Esta población era, y sigue siendo, un importante centro para la construcción naval y las industrias relacionadas. Es una de las pocas comunidades en América del Norte donde aún podemos encontrar las técnicas tradicionales de construcción naval. Y cómo no, el turismo en verano también aflora llenando sus terrazas con vistas al mar. Que sí, que en la época del año en la que fui hacía hasta calor y en ningún momento del viaje me fue necesario abrigarme. El invierno, como imaginaréis, es otra historia.
Y bueno, no voy a enrollarme más pues confieso que no llegué a estar ni un día en este lugar. No viví experiencias memorables sino que simplemente me dediqué a observar superficialmente uno de los pueblos más bonitos que he visto en este gigantesco país sin saber que formaba parte del Patrimonio de la Humanidad bajo los criterios de “Asentamiento humano tradicional” e “ Importancia en la historia de la Humanidad”.
Yo sólo paseaba en solitario… y tomaba fotografías como podéis ver a continuación.
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Muy interesante la experiencia que nos cuentas en este viaje por Canadá. Buen trabajo.
Excelente reportaje…. mi estilo de viajero. Gracias
🙂
Qué datos más interesantes sobre Lunenburg!!
Muchas gracias por acercarnos a la historia de este pueblo con tanto detalle 🙂
Y excelente reportaje fotográfico, por cierto